Durante este año el G20, celebrado en Italia, la economía circular fue uno de los temas abordados. El resultado más estructurado fue la Policy Guidelines, preparada por la OCDE a pedido de la Presidencia italiana del G20 y dirigida a los líderes del G20, así como a los Ministerios de Economía, Finanzas y Medio Ambiente.

Con los beneficios en los dominios ambientales, económicos y sociales, existe una razón clara para que los países del G20 sigan avanzando en la transición hacia una economía circular y más eficiente en el uso de los recursos, y varios países del G20 han comenzado a desarrollar estrategias nacionales para la gestión sostenible de materiales, la productividad de los recursos o la economía circular

Una de las ideas clave es que los riesgos ambientales son complejos y deben gestionarse de manera integrada. Esto requiere la aplicación de una combinación de políticas que considere todo el ciclo de vida de los productos. Ejemplos de políticas que pueden ser ambientalmente efectivas y económicamente competitivas incluyen la Responsabilidad Extendida del Productor (EPR) y la Contratación Pública Verde (GPP) además de análisis del ciclo de vida integrado o asociaciones con empresas y partes interesadas en toda la cadena de valor para respaldar la simbiosis industrial y la innovación para mejorar el diseño ecológico.

Otro punto importante es que la eficiencia de los recursos y la economía circular deben abordarse como un tema de toda la economía, reconociendo los beneficios económicos en cuanto a competitividad, nuevas oportunidades comerciales e innovación, así como una mayor resiliencia frente a la escasez de recursos y la volatilidad de los precios. .

Además, deben buscarse oportunidades para aprovechar las sinergias con otras áreas políticas, incluido el cambio climático.

Estos temas también se relacionan con la pandemia de COVID-19, ya que muchos países estan comprometidos con una "recuperación verde" a través de paquetes de estímulo de una escala sin precedentes y una transición hacia una economía circular y más eficiente en el uso de los recursos pueden contribuir a alcanzar objetivos ambientales a largo plazo y generar empleo. creaciones y crecimiento económico. Como tal, la economía circular puede respaldar la recuperación económica, siempre que los objetivos de eficiencia de los recursos se integren suficientemente en las medidas de recuperación de COVID-19.

Otro aspecto importante es fortalecer el desarrollo y la evaluación de políticas a través de mejores datos y análisis. Muchos países del G20 han establecido cuentas de flujo de materiales y están desarrollando indicadores para la eficiencia de los recursos y la economía circular. Sin embargo, persisten importantes lagunas en los marcos de medición existentes. Deben desarrollarse indicadores apropiados para medir las externalidades ambientales asociadas con el consumo de recursos, la contribución de los recursos al desarrollo económico y los beneficios macroeconómicos y de empleo asociados con el aumento de la eficiencia de los recursos.

Un último punto relevante a mencionar es sobre el papel de las ciudades. Las ciudades tienen importantes competencias y palancas en los sectores de la infraestructura que son clave para la economía circular, como la gestión y el reciclaje de residuos, el transporte urbano, el entorno construido, el suministro de agua y el saneamiento. Estos servicios a menudo se gestionan a nivel municipal y, por lo tanto, es importante alinear la acción política a nivel subnacional y urbano con las políticas nacionales para promover la economía circular y cumplir los objetivos nacionales. En responsabilidad compartida con los gobiernos regionales y nacionales y las partes interesadas, las ciudades pueden actuar como promotoras, facilitadoras y habilitadoras de la economía circular.